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¡A Mí No Me Afecta!

  Algunas frases nos quedan grabadas en la memoria, en el corazón, o en la piel de foca diría Clarissa Pinkola Estés (autora de "Mujeres que corren con los lobos", 1998.) 

    Corría la década del ochenta, ella era una adolescente y tenía una pareja con una familia compleja. Él era soltero, tenía muchas hermanas, muchos amigos y pertenecía a un homogéneo gueto de una ciudad lejana a Buenos Aires. 

   Era una época en la que se esperaba que los novios se casen. Si la boda no llegaba, la relación se ponía tensa y el entorno obsesivo. Entonces aparecieron los primeros comentarios. 

- ¿Que pasa con la boda? 

- ¿Para cuando los confites? 

- Ya son grandecitos. 

    Ninguna de esas frases llegó jamás a molestarla a ella. Pero hubo una que ella nunca olvidaría. Un día cualquiera, en una reunión con la familia de él, en medio del almuerzo, lanza una de las hermanas, la bomba y lo hace calculando provocar el mayor daño posible. Por razones que ella no logró descifrar décadas después aquella mujer necesitaba humillarla con tanta crueldad. Porque para eso lanzó la bomba. Sin mirarla a la cara, porque no era lo suficientemente mujer para eso, le dice ¿por qué no te buscás un hombre que se quiera casar con vos? porque mi hermano no quiere - chan chan. La reunión pudo terminar ahí para ella. Pudo haberse puesto de pie y gritar, hacer un escándalo. Pudo mil cosas, pero no hizo nada. Le dio tiempo a él para que hiciera lo que un "HOMBRE" debe hacer, defenderla. Pero él no hizo nada. Cobardemente no dijo esta boca es mía, ni esta hombría tampoco. Entonces ella hizo lo que hacen las diosas. la miró a la cara a la que nunca se iba a convertir en su cuñada y le dijo - Lo que tu hermano no te quiere decir es que ya me propuso matrimonio y yo lo rechacé, dos veces.  Lo que no te quiere decir es que soy yo la que no se quiere casar con él.  - 

Chan Chan Chan. 

    Esa jovencita se convirtió en mujer ese mismo día. En ese mismo instante. Delante de toda esa gente hostil. Y estuvo para siempre orgullosa de sí misma. 

¿Es posible que nos lastimen con una sola frase? ¿Es posible darse cuenta que estamos llenos de rencor por unas frases que nos lanzaron justo para eso, para lastimarnos? 

Lo bueno de darse cuenta que algo nos rasgó el corazón, es que podemos ponerle pañitos de amor. Porque también hay personas que saben amarnos. Es allí cuando comprendemos y ponemos en perspectivas las cosas. Le quitamos a esas frases el poder de seguir dañándonos.

Porque si dos décadas después repetís la frase con la misma furia, con el mismo odio visceral que te generó hace veinte años, significa claramente que sí te afecta, y esta bien que te afecte, porque nadie tiene derecho de decirte quién sos, qué sueño es tener ni ninguna otra cosa que sólo es de tu competencia.

 — Dedícate a criar a tus hijos y deja eso para los que saben. — 

—  Sos muy gordo, muy flaco, muy alto, muy bajo, muy blanco, muy negro, ¡va! No servís para esto.


 ¿No te afecta? ¿O tu orgullo no te permite sanar tus heridas? 

 Deja que las personas que te aman curen tus heridas. 

" todo lo alcanzarás solemne loco, siempre que te lo permita tu estatura"

¡Y la estatura de tu ímpetu la determinas únicamente tú!


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